Emilio está tumbado en su cama, con los dedos acariciándose los labios saboreando el sabor de los labios de Carlos.
--lo besé… lo besé –no deja de murmurar.
Aunque Conchi le ha pedido que vaya a buscarla, él, luego que le contara lo del beso, ha preferido quedarse en su cama recordando. Está tan metido en sus pensamientos que no se da cuenta de que Carlos se ha ido. Juan irrumpe en la habitación de su hermano molesto.
--¡Carlos se ha ido¡¿¿sabes tu algo?¡
Emilio mira a su hermano con el rostro desencajado de la sorpresa. También es una puñalada que le duele porque estaba demasiado feliz. Tener a Carlos viviendo en su casa era un sueño del que hubiera querido no despertar.
--¿¿¿cómo que se ha ido?¡
Juan se da cuenta que su hermano no sabía nada así que confía que sea sincero, igual le suelta en tono de advertencia:
--Qué no me entere yo que se ha ido por tu culpa…
Emilio traga saliva. Está seguro que Carlos se fue por el beso y eso le pone nervioso. Confiaba en que hubiera creído que fue por error, no quiere perjudicar la relación de Carlos con su familia, no quiere que se aleje de él. En un primer momento lo que trata es que Juan no sospeche que sí tuvo la culpa:
--Oye que por lo que sé estaba cabreado por Isa, porque no le hacia caso.
Juan mira a su hermano con cierta amenaza.
--más vale que así sea.
Emilio nervioso, le duele que Carlos esté molesto con su hermana, por lo del beso y que no vuelva. Lo que más le angustia es pensar que Carlos se pueda hartar de irle detrás a la hermana y se aleje de su vida y no vuelva a verlo.
No tiene nada bien controlado sus horarios pero se acerca al bar con la esperanza de verlo.
--ojala esté.
Da unas vueltas. No lo ve.
--¡que rabia¡
Se queda por ahí hasta que ve a Carlos salir al bar. Todo Emilio vibra.
--¡que guapo… que guapo¡
Lleva unos jeans que le hacen un cuerpazo de escándalo.
--¡tengo que verlo de cerca¡
No lo duda y entra. En la barra hay una chica, Carlos está fuera de la barra arreglando los servilleteros. Emilio se emociona, se coloca a su lado.
--¡hola¡ --le dice Emilio a Carlos nervioso.
Emilio está emocionado de estar tan cerca de Carlos. Éste tiene miedo que Emilio comience a acosarlo. Aunque tenga su lado gay, Carlos no quiere nada con Emilio, pese a ser muy atractivo y atraerle, por su cercanía a Isabel. Apenas mira a Emilio y lo saluda muy distante apenas despegando los labios. Emilio se entristece. Después de haberlo besado le duele que Carlos sea tan frío y le preocupa que eso suponga una “ruptura” entre ellos. Carlos no quiere que se le relacione con Emilio y menos después de haberse besado. Eso es algo que no desea que nadie sepa. Entra en el almacén y no vuelve a acercarse a Emilio. Éste lo ve demasiado descarado y le duele mucho que Carlos lo rechace. No quiere hacerlo enfadar más y no se atreve a mirarlo mucho. A Carlos le gustaría no tener que salir pero es su trabajo. Eso sí se mantiene lejos de Emilio. Aprovecha para limpiar las mesas del interior del bar. Emilio lleva a Carlos clavado dentro y le duele que sea brusco con él pero lo ha besado y eso le hace sentir que tiene algo de derechos ante él así que regresa al rato, cuando calcula que debe salir. Carlos se sorprende al verlo.
--¿¡¡qué haces aquí?¡
Carlos comienza a caminar muy rápido. A Emilio le cuesta seguir su ritmo pero lo hace.
--¿Estás enfadado conmigo?
Emilio no le quiere comentar del beso porque entonces sería como reconocer que fue a propósito. Si en algún momento le dijera algo haría que no se acuerda para que parezca que sí fue sin querer y que no le ha dado importancia. Carlos prefiere hacer el que todo es normal.
--No ¿porque había de estarlo?
--No sé, te has ido sin despedirte y bueno ahora ni me hablas.
--Estoy en mi trabajo, prefiero que no me busques
Emilio nervioso y ansioso, quiere ser amigo de él.
--Pero ahora puedes hablar, te invito a tomar algo
--No te lo tomes a mal pero estoy cansado y después de estar trabajando en un bar lo que menos quiero es encerrarme en otro.
Emilio lo que quiere es estar con él. Le va a decir que den una vuelta, en un parque, que se sienten en un banco. A Carlos le gusta sentir el deseo de Emilio, es guapo, le gustaría estar con él pero le parece muy peligroso. No quiere acostarse con ningún chico estando en su ciudad, no quiere arriesgarse a que Isa se entere y estar con el hermano pues es jugar con fuera. Así que prefiere mantenerse alejado de Emilio para que éste no lo siga deseando y así evitar la tentación.
Esa tarde Carlos tiene libre. Sale de la ciudad. No deja de ser una ciudad pequeña y no se atreve a dejarse ir. Siempre es fácil que encuentre a alguien que lo conozca y no pueda irse de la lengua. En tren son 45 minutos y se encuentra ya en la gran ciudad. Más de tres millones de personas:
--¿¿Quién se va a fijar en él?
No se mueve de la estación.
--ojalá sea verdad lo que dicen los periódicos y aquí haya mucha concentración ga
Aunque también le da miedo que alguien lo pueda “denunciar”, que lo descubran el deseo y las ganas de estar con un chico es demasiado grande.
En seguida sus ojos se fijan en un guapo rubio que parece que va dirección el lavabo. Lleva tejanos estrechos que le hacen el culo bonito. El rubio va bien tranquilo, cuando Carlos entra en el lavabo él aún no se había puesto así que el rubio se coloca al lado de Carlos y empieza a hacer pis tranquilamente. El rubio está muy separado. Ninguno de los dos sabe que el otro busca lo mismo. Se muestra indiferentes. Ninguno de los dos se quiere equivocar. El rubio se saca la verga poco a poco y permite sin problemas y sin ser descarado que Carlos se la vea. Lo que pretende es que Carlos conozca el material y si le gusta se lance. Carlos está excitado. Lo que necesita es tener algo como eso en su boca. Saborear de nuevo a un hombre. Sólo se preocupa de su placer y se olvida de darle placer al otro. Al guapo rubio le gustaría también ver la verga de Carlos pero éste la tiene bien agarrada con la mano y no la muestra, al tenerla pequeña la mano se la cubre. La del rubio es algo más grande que la de Carlos, es de unos 8 centímetros (Carlos la tiene de 6) muy delgada, muy roja y acabada como si fuera un condón. El rubio sí orina y bastante. Carlos no tenía pis y además está excitado. Le gusta ver como el rubio se la sacude. Ya que Carlos no toma la iniciativa pues el rubio sale lo que decepciona a Carlos. Fuera del lavabo lo ve junto a la máquina de los billetes. Se da cuenta que lo mira como esperando ver que él hace.
--¡este quiero conmigo, seguro¡ --piensa Carlos.
No entiende porque no se ha lanzado en el lavabo pero se acerca a él. Los dos se muestran nerviosos pero se miran a los ojos y se dan cuenta que ambos quieren lo mismo y no desean esperar.
--es una pena que te hayas ido tan pronto… me hubiera gustado pajearme a tu lado –Carlos.
--No me gusta hacer eso a la vista de todos… --el otro tenso.
Carlos se calla. Piensa que se ha equivocado, que ha metido la pata. El rubio le sonríe y dice:
--¿Lo has hecho en un tren?
--Yo no. ¿Y t?
--Yo tampoco… me gustaría.
Los dos se miran pícaros. Carlos le guiña el ojo. Saca billete para los dos.
--el lugar es lo de menos así que invito yo
Ambos se miran con complicidad y se van juntos al tren del placer. Les toca un tren de los más nuevos.
--menos mal porque en los otros los lavabos son un asco.
Este es amplio, limpio. Pueden hasta tumbarse.
--¿nos la comemos a la vez? –rubio.
Los dos tienen mucha hambre así que los dos se conectan bien. Saben lo que quieren. Se desnudan el uno ante el otro para mirarse bien. Luego se sientan en el piso y se lanzan uno sobre el otro. Comen con pasión, con placer. Cuando las dos vergas están ya bien alzadas el rubio se levanta y de sus jeans saca dos condones. Mira a Carlos como preguntando:
--¿Quién empieza?
Carlos lo invita a sentarse sobre él ya que está preparado. El rubio se clava sobre él delicadamente. Carlos goza enormemente al explotar. Echaba de menos gozar del sexo como lo está haciendo. Vivirlo al 100. Se muerde los labios cuando es el rubio quien lo penetra. Ambos se retuercen del placer. Los dos buscan sexo sin compromiso y sin saber nada del otro, gozar y no saber ni como se llaman y menos de donde son. Así los dos disfrutan tranquilos sin miedo a comprometerse. Carlos vive su sexualidad sin la preocupación que su entorno se entere de lo que hace. Cada uno se va por su lado deseando volver a verse pero sin saber si esto ocurrirá.
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