jueves, 20 de agosto de 2020

Capítulo 24








Carlos y Emilio están en la playa. Los dos vestidos. Miran al mar.
--No tienes que estar aquí conmigo si no quieres.
Carlos mira al horizonte. Emilio si lo mira a él y lo mira con cariño. Le duele que el chico que tanto quiere esté sufriendo por amor y por culpa de su hermano. Acerca su mano para acariciar la de él pero no se atreve.
--No podía estar en ese lugar. No podía mirarlos a los ojos¿¡¡cómo han hecho una cosa así?¡ -Emilio.
Aunque él tampoco ha sido sincero en su relación con Isabel porqué le ha ocultado que es gay, sentía un gran cariño por ella y estaba seguro que podrían ser felices. Se siente estafado. No ha vivido con libertad su sexualidad y la chica que él había elegido se estaba acostando con su propio hermano. Emilio está casi rozando la mano de Carlos. Cuando ya se va a lanzar pues Carlos se levanta. Mirar el mar azul lo relaja. Emilio está frustrado porque no ha logrado tocarlo pero no lo duda. Se levanta, se coloca a su lado. Sin mirarlo, sin inmutarse, como si la cosa no fuera con él, le pregunta:
--¿Que te han dicho?
--No le he dejado hablar. He salido, Juan me ha seguido un rato en bolas pero no se ha atrevido a más. Lo único que le importa es lo que digan nuestros padres.
--debes contárselo. Tu hermano es un monstruo, seguro que la violó.
--Conozco a Juan, siento decírtelo pero Isa se veía feliz
Aunque Carlos no quería perder los nervios, lo que ha visto le ha dolido mucho. Veía a Isabel casi como a una santa y saber que se revuelca con otro y no precisamente cualquiera lo ha lastimado mucho.
--¡SON HERMANOS, LLEVAN LA MISMA SANGRE¡¡ ¡no lo puedes defender¡
--no lo defiendo. Yo estoy en shock, me da asco lo que está haciendo aunque la misma sangre no la llevan…
--¿no? –Carlos sorprendido.
--No sé cuanto tiempo nos lleven tomando el pelo pero no. A Isabel la recogieron mis padres recién nacida cuando los suyos murieron¡pero igual es ilógico… siempre se han sentido hermanos¡
Juan es muy atractivo pero Emilio jamás se sentiría atraído por él porque son hermanos y siente a Isabel tan hermana como Juan y no puede concebir que estén juntos.
Emilio siente que ser amado por Carlos es lo mejor que le puede pasar a una persona. No entiende como no ha tenido suerte en el amor. Le duele verlo triste.
--Yo tenía ilusiones con Isabel pero dentro de mí ya ha muerto. No quiero verla ni a ella ni desgraciado de tu hermano. Digas lo que digas es un monstruo… Por sexo se acostaría hasta con vuestra madre.
Emilio pone cara de pensar que se está pasando pero no se atreve a decir nada. Lo que más le preocupa:
--Yo no tengo nada que ver con ellos, yo necesito verte.
Carlos lo mira y siente tan profundo el amor de Emilio que desearía corresponderle pero sabe que le puede dar sexo pero no le apetece tener una relación con Emilio. Aunque ya no esté con Isabel, aunque le atraiga Emilio prefiere no complicarse la vida con él. Es uno de sus mayores apoyos en esos momentos y no quiere arriesgarse a perderlo por culpa de un revolcón. Carlos no le dice nada, Va hacia el agua. Emilio lo va mirando con cara de depravado.
--que bueno está –va murmurando.
Le gusta verle con los pantalones caídos. Se quita la camiseta y se le ven mucho los calzoncillos. Emilio está tan encendido que no es capaz ni de moverse. Carlos se baja los jeans y Emilio se estremece. Se lleva las manos a los pantalones porque siente que su parte céntrica lo oprime y le da vergüenza que Carlos se dé cuenta. Aunque no quiere tener nada con él, Carlos se divierte provocándolo. Se baja un poco el bóxers y salta mostrando su verga. Es pequeñita y tierna como a Emilio le gusta. 
--¿¿qué, no te animas a desnudarte?
Emilio no puede porque no quiere que Carlos se dé cuenta de su excitación que sería evidente sin ropa. Piensa en las veces que se ha mostrado desnudo ante su hermano, que se han masturbado juntos, piensa que es un juego para Carlos y que si se entera de que le excita se distanciará.
--¿¿qué pasa que estás demasiado cachondo? –dice Carlos con ironía.
Carlos pretende que parezca que lo dice en broma cuando sabe que no es así. Él está cachondo y por eso se divierte calentando a Emilio aunque no pasará del límite. Emilio cree que Carlos se burla de él y no quiere que sepa la verdad por eso le dice.
--no te veía bien porque no llevaba las gafas (de hecho la visión era clara)
--por eso lo he hecho –dice para seguirle la mentira, porque no quiere que sepa que lo está provocando.
Lo ve salir del agua, mojado. Casi desnudo. Sus calzoncillos pegados al cuerpo dibuja perfectamente su desnudez.
--Dios… Es lo más bello que he visto nunca… --murmura Emilio.
Carlos le sonríe, le guiña el ojo.
--¿qué te pasa?
Emilio al borde de un infarto le dice:
--no, nada.
Carlos le sonríe y le guiña el ojo.
--bueno, yo me voy.
Carlos se siente halagado del deseo y el amor que ve en los ojos de Emilio pero en el fondo tiene miedo de decepcionarlo así que prefiere no romper la ilusión. No estropear las cosas. Le gusta tener a Emilio incondicional a su lado y está seguro que todo eso se estropeará si mezclan el sexo. Ya Carlos no podrá ver a Emilio de la misma manera. Así que deja a Emilio más caliente y cachondo que nunca y como él está muy caliente y cachondo pues se va deprisa a buscar a alguien que lo enfríe. La opción más fácil es Roque pero no le toma la llamada. Emilio necesita descargar enseguida. Así que se saca la ropa con rapidez. Sus bóxers marca una fuerte erección. De pronto se avergüenza al ver que alguien se está acercando. Es un chico guapísimo y su mirada se le queda clavada. Es Roque. Los dos se sonríen. Los dos se gustan. 

(Colaboración especial de Fernando Noriega).

Carlos se enfurece porque no puede localizar a Roque. Se da cuenta que está justo en frente de los lavabos de la playa. Y ve un hombre, unos diez años mayor que él, muy guapo. Ve que el cachas va al lavabo y lo sigue. Se pone muy cachondo al tener a su lado. Además el muy guapo tiene un enorme aparato entre las manos porque la tiene muy bien agarrada con las dos manos y aún así Carlos le llega a ver la punta. Una enorme punta. Es además muy oscurita. El deseo hace que olvide el miedo y la discreción. No deja de mirar sin importarle ser descarado. El muy guapo  le sonríe, mira con descaro. Le gusta la tierna verguita de él que es mucho más pequeña que la del otro y eso que no la tiene dormida del todo. Lo mira con cara de depravado y señalando el váter le dice:
--¿vamos?
Carlos no dice nada pero lo sigue babeando.



Por su lado, Emilio se ha dejado acompañar por Roque. Los dos están contentos de haberse conocido. Están en el auto de Roque.
--¿en serio no te molesta que sólo nos la hayamos mamado?
Emilio está más que satisfecho.
--¡nos acabamos de conocer, que más quieres¡
Los dos desean lo mismo, un hombre en quien refugiarse y gozar del sexo con cariño. Alguien que les haga olvidar quien no los ha correspondido. Ninguno de los dos imagina que es el mismo, Carlos. Se despiden con un leve beso en los labios y cada uno se va muy contento. Justo en el portal Juan esperaba a su hermano.
--tenemos que hablar.
Emilio no quiere hablar de él. Siente que su hermano es poco menos que un monstruo y le duele y no puede aceptarlo. Juan le suplica. Le duele el rechazo de su hermano.
--No me mires así.
--¡Es horrible lo que haces¡
Emilio habla escandalizado y Juan le suplica ternura.
--Necesito tu apoyo.
--No te lo puedo dar. No la amas, tener sexo por tener con cualquiera vale pero Isa es nuestra hermana lleve o no nuestra sangre. No puedes tener nada serio con ella.
--Lo sé pero ella me ama y yo estoy descubriendo que a su lado puedo ser feliz.
A Emilio le preocupan las palabras de su hermano.
--Vas a sufrir mucho. Tarde o temprano los viejos se van a enterar y te van a odiar.
--¿y no lucharías tú por Carlos?
--No tiene nada que ver.
--Los viejos lo adoran, ya soñaban casi con la boda. No van a aceptar una relación entre vosotros. ¿no te enfrentarías a ellos?
--Después que todos se enteren que te acuestas con nuestra hermana te aseguro que lo que yo pueda hacer con Carlos dejará de importar, a los viejos, a la gente.
--por favor…
Emilio se rinde a las súplicas de su hermano. Espera no tener que elegir nunca entre Carlos y su hermano. Los mellizos se funden en un cálido abrazo y en un dulce y fraternal beso.




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